jueves, 9 de abril de 2015

LAS GUERRAS POR LA RELIGIÓN

Muchos nobles y burgueses alemanes que se querían liberar del poder de la iglesia católica  y del poder del rey, apoyaron la rebelión  de Lutero y formaron una alianza llamada LA LIGA DE ESMARKALDA, que se rebelo contra Carlos V, quien después de cruentas guerras, en 1555 tuvo que aceptar las exigencias de la liga y firmar la paz de Ausburgo  por medio la cual el emperador concedía a los príncipes que conformaban su imperio  la libertad de la religión.

La protesta religiosa fue imitada en varios países.
En Suiza, Ulrico Zwiglio encabezo un movimiento que causo sangrientas guerras.

En Francia, Juan Calvino sostenía que el hombre estaba predestinado por Dios a la salvación o a la condenación eternas y que nada podía hacer para evitarlo. Las guerras religiosas en esta región fueron devastadoras.

En Inglaterra Enrique VIII, que durante mucho  tiempo se había mostrado fiel a la iglesia católica, impulsado por el interés de liberarse del dominio de esta institución y buscando un heredero al trono que su esposa Catalina de Aragón no había podido darle, pidió la anulación de su matrimonio para casarse con una dama de la corte llamada Ana Bolena. Cuando el Papa se negó a su petición, Enrique VIII declaro la soberanía de la iglesia de Inglaterra, fundando la iglesia Anglicana por medio de el acta de supremacía.










La reforma protestante afecto a toda Europa. Algunos países como Italia, España, Portugal, Bélgica e Irlanda siguieron siendo católicos, pero otros como Alemania, Suiza, Inglaterra y Holanda adoptaron el protestantismo, del cual se derivaron infinidad de sectas religiosas como la metodista, la puritana, la anabaptista, la presbiteriana, entre otras.
Esta división religiosa afecto también a la colonias, pues las metrópolis católicas cuidaban celosamente que no penetrara el protestantismo en sus territorios.

EL CONCILIO DE TRENTO

Con el propósito de contrarrestar el movimiento separatista de la reforma protestante, la iglesia católica organizo el concilio de Trento, con el cual se inicio un movimiento de renovación espiritual llamado contrarreforma.
En el concilio de Trento la iglesia decidió endurecer su política, para la cual se fijaron los siguientes principios católicos: se condenaba la libre interpretación, por lo cual los fieles no podían leer la biblia; se seguiría diciendo la misa en latín y se mantenía el celibato sacerdotal.
  
La orden de los Jesuitas, de disciplina militar; se convirtió en el instrumento mas poderosa del Papa contra el movimiento de reforma. Los Jesuitas acapararon la enseñanza media y superior en las escuelas privadas y ejercieron una enorme influencia sobre las clases dominantes de la sociedad.
Con el fin de evitar la propagación de la reforma, se reactivo la santa inquisición y se restableció el index. La persecución de los herejes se incremento.
La campaña contra el movimiento de reforma fue mas intensa, sin embargo, la iglesia católica no logro conservar la unidad de Europa bajo su dominio.
 

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